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P10 - ERMITA DE SAN MARTÍN (CASA PARROQUIAL)
Aunque nacida en Zamora, yo, Petra Fernández de Bobadilla Grijalba, soy una fuenmayorense más, como mi madre y por eso mandé que aquí reposaran mis restos en una tumba sencilla como siempre quise que fuera mi vida.
Por eso me llena de orgullo pero también un poco de vergüenza que esta calle que siempre fue la de San Martín por estar en ella esta ermita dedicada a este santo muy vinculado al Camino de Santiago, lo que demuestra una vez más la tradición jacobea de nuestro pueblo, lleve ahora mi nombre con el título de excelentísima señora que me impusieron por la alta jerarquía militar de mi marido, al que siempre seguí en su carrera militar por toda España, principalmente por tierras burgalesas.
Pero, ya en mi ancianidad, dediqué mi ilusión y mi fortuna en comprar la casa que está al lado de esta ermita y fundar en ella un convento que en 1917 doné a la congregación de las Hijas de La Cruz que vinieron desde su casa madre en Irún para dedicarse principalmente a la enseñanza.
Normalmente eran cinco las religiosas que atendían el Colegio, dedicado a la enseñanza especialmente de las niñas, que aprendían aquí a coser, a bordar, y a todo lo que se consideraba necesario para una jovencita de entonces.
La escuela ofrecía educación gratuita a los niños y niñas pobres, sobre todo niñas, ya que la mayoría de los chicos iban a la escuela nacional situada en el actual edificio del Ayuntamiento.
Con el tiempo esta escuela se especializó en lo que entonces se llamaba “párvulos” y así, generaciones de fuenmayorenses acudían a sus clases de los tres a los seis años, aprendiendo las primeras letras para pasar después a la escuela “de los maestros”. Cuando en 1989 la escuela dejó de funcionar, se instaló aquí la guardería infantil.
Pero centrándonos en este señorial edificio construido en el siglo XVI como ermita y que encontré desacralizada y sirviendo para otros usos en esos primeros años del siglo XX. Se había utilizado como salón de baile e incluso como redil para guardar ganado. No en vano, los más viejos del lugar recuerdan el dicho que entonces se cantaba: “Ermita de San Martín, ermita sin santo dentro, que antes servías de baile, y ahora sirves de convento”.
Las religiosas se encargaron de volver a “vestir” la iglesia, y de devolverla al culto para sus oficios religiosos, y como no teníamos imagen de San Martín, pusimos en su retablo a dos santos que me recordaban a mi marido, uno por su nombre, San Claudio y el otro por su profesión, San Expédito, soldado romano y militar como el propio San Martín y como mi querido esposo.
En la década de los años setenta del pasado siglo, mis queridas monjitas donaros la ermita a la parroquia, que pasó a reformarse y a convertirse en Casa Parroquial que, además de la vivienda del párroco, acoge un amplio salón de actos en la planta baja y las dependencias parroquiales para catequesis y actividades parroquiales.
Por eso me llena de orgullo pero también un poco de vergüenza que esta calle que siempre fue la de San Martín por estar en ella esta ermita dedicada a este santo muy vinculado al Camino de Santiago, lo que demuestra una vez más la tradición jacobea de nuestro pueblo, lleve ahora mi nombre con el título de excelentísima señora que me impusieron por la alta jerarquía militar de mi marido, al que siempre seguí en su carrera militar por toda España, principalmente por tierras burgalesas.
Pero, ya en mi ancianidad, dediqué mi ilusión y mi fortuna en comprar la casa que está al lado de esta ermita y fundar en ella un convento que en 1917 doné a la congregación de las Hijas de La Cruz que vinieron desde su casa madre en Irún para dedicarse principalmente a la enseñanza.
Normalmente eran cinco las religiosas que atendían el Colegio, dedicado a la enseñanza especialmente de las niñas, que aprendían aquí a coser, a bordar, y a todo lo que se consideraba necesario para una jovencita de entonces.
La escuela ofrecía educación gratuita a los niños y niñas pobres, sobre todo niñas, ya que la mayoría de los chicos iban a la escuela nacional situada en el actual edificio del Ayuntamiento.
Con el tiempo esta escuela se especializó en lo que entonces se llamaba “párvulos” y así, generaciones de fuenmayorenses acudían a sus clases de los tres a los seis años, aprendiendo las primeras letras para pasar después a la escuela “de los maestros”. Cuando en 1989 la escuela dejó de funcionar, se instaló aquí la guardería infantil.
Pero centrándonos en este señorial edificio construido en el siglo XVI como ermita y que encontré desacralizada y sirviendo para otros usos en esos primeros años del siglo XX. Se había utilizado como salón de baile e incluso como redil para guardar ganado. No en vano, los más viejos del lugar recuerdan el dicho que entonces se cantaba: “Ermita de San Martín, ermita sin santo dentro, que antes servías de baile, y ahora sirves de convento”.
Las religiosas se encargaron de volver a “vestir” la iglesia, y de devolverla al culto para sus oficios religiosos, y como no teníamos imagen de San Martín, pusimos en su retablo a dos santos que me recordaban a mi marido, uno por su nombre, San Claudio y el otro por su profesión, San Expédito, soldado romano y militar como el propio San Martín y como mi querido esposo.
En la década de los años setenta del pasado siglo, mis queridas monjitas donaros la ermita a la parroquia, que pasó a reformarse y a convertirse en Casa Parroquial que, además de la vivienda del párroco, acoge un amplio salón de actos en la planta baja y las dependencias parroquiales para catequesis y actividades parroquiales.
RUTA DEL PATRIMONIO
Fuenmayor esta situada en una de las mejores zonas de la Denominación de Origen Calificada Rioja.
En el siglo XVIII el vino se convierte en la principal fuente de riqueza de la localidad y es en esta época cuando se construyen los palacios y las ermitas que mostramos en esta ruta y que son muestra de la vitalidad económica del pueblo en esa época.
Durante toda la ruta podrás encontrar QR donde escuchar la historia de cada sitio de interés y en las ermitas y en la iglesia también se han puesto unos videos virtuales.
La ruta peatonal comienza en el Monumento de D. Antonio Valdés creador de nuestra bandera española, situada en el centro del pueblo al pie del Ayuntamiento.
Si cruzamos la calle nos encontramos con el Palacio de Fernández Bazán de estilo barroco.
De aquí, el paseo sigue por la calle Mayor Alta, donde podemos contemplar el palacio renacentista de Hernan Venitoque data de 1530, uno de los edificios más antiguos de nuestro pueblo.
Seguimos por la calle Mayor hasta la Casa de Cultura, antiguo ayuntamiento.
Cruzamos el puente y nos adentramos en la calle Mayor Baja donde se sitúa el Palacio renacentista de El portalón, desde aquí a pocos metros se encuentra la ermita del Cristo.
Si regresamos por el mismo camino y cogemos la calle Veracruz a la derecha, después la calle Laurel, la calle del Olmo y cruzamos el puente, llegaremos al Palacio de los Marqueses de Terán, origen de la denominación Rioja Calificada.
Si volvemos otra vez, por la calle Palacio nos encontramos el Palacio renacentista de la calle Petra Fernández Bobadilla y la Fuente de los 7 caños que da nombre a la localidad.
Desde aquí subimos por la calle Petra Fernández Bobadilla hasta la Ermita de San Martin.
Continuando por la calle llegamos a la Plaza Azpilicueta en donde podemos contemplar La Casa Navajas de una de las importantes familias del siglo XVIII de Fuenmayor y en frente la Iglesia de Santamaria.
En el siglo XVIII el vino se convierte en la principal fuente de riqueza de la localidad y es en esta época cuando se construyen los palacios y las ermitas que mostramos en esta ruta y que son muestra de la vitalidad económica del pueblo en esa época.
Durante toda la ruta podrás encontrar QR donde escuchar la historia de cada sitio de interés y en las ermitas y en la iglesia también se han puesto unos videos virtuales.
La ruta peatonal comienza en el Monumento de D. Antonio Valdés creador de nuestra bandera española, situada en el centro del pueblo al pie del Ayuntamiento.
Si cruzamos la calle nos encontramos con el Palacio de Fernández Bazán de estilo barroco.
De aquí, el paseo sigue por la calle Mayor Alta, donde podemos contemplar el palacio renacentista de Hernan Venitoque data de 1530, uno de los edificios más antiguos de nuestro pueblo.
Seguimos por la calle Mayor hasta la Casa de Cultura, antiguo ayuntamiento.
Cruzamos el puente y nos adentramos en la calle Mayor Baja donde se sitúa el Palacio renacentista de El portalón, desde aquí a pocos metros se encuentra la ermita del Cristo.
Si regresamos por el mismo camino y cogemos la calle Veracruz a la derecha, después la calle Laurel, la calle del Olmo y cruzamos el puente, llegaremos al Palacio de los Marqueses de Terán, origen de la denominación Rioja Calificada.
Si volvemos otra vez, por la calle Palacio nos encontramos el Palacio renacentista de la calle Petra Fernández Bobadilla y la Fuente de los 7 caños que da nombre a la localidad.
Desde aquí subimos por la calle Petra Fernández Bobadilla hasta la Ermita de San Martin.
Continuando por la calle llegamos a la Plaza Azpilicueta en donde podemos contemplar La Casa Navajas de una de las importantes familias del siglo XVIII de Fuenmayor y en frente la Iglesia de Santamaria.